lunes, 9 de marzo de 2015

8 DE MARZO NO ES UNA FIESTA, ES UNA CONMEMORACIÓN



 8 DE MARZO NO ES UNA FIESTA, ES UNA CONMEMORACIÓN
Manuel Moncada Fonseca


El 8 de marzo no es una fiesta, es una conmemoración; es un llamado permanente a resistir, a combatir las injusticias, la brutal desigualdad de derechos y de bienes, la explotación y la rapiña; es un clamor contra las guerras de agresión; es lucha destinada a cambiar de raíz el orden socioeconómico impuesto globalmente, mismo que afecta a la mayoría aplastante de la humanidad, especialmente a las mujeres trabajadoras. No es tampoco un propósito destinado a confrontar entre sí a la mujer trabajadora y al hombre trabajador, sino una invitación a que luchemos juntos por un mundo en el que quepamos todos, con justicia social plena de por medio.


Mas, como siempre, el comercio vuelve nada las fiestas, conmemoraciones y tradiciones de los pueblos; apropiándose de ellas de modo alevoso, aparentando generosidad a granel con sus clientes. Invita a sus tiendas, restoranes y supermercados; al consumo de sus postres, bebidas cargadas de azúcar nociva, comidas rápidas cargadas de aditivos (también nocivos); su ropa y su calzado concebidos de acuerdo a los gustos no del cliente, sino en correspondencia con sus fríos cálculos crematísticos y con su afán de enajenar al comprador para volverlo adicto. Y lo peor, con su diapasón de ofertas -que de generosidad no tienen nada-, el mercado capitalista le arrebata sentido y fondo a las tradiciones populares. No ignoremos las tarjetas cursis que el comercio lanza al aire para imprimirle color de rosa al 8 de marzo, por ejemplo. Todo esto debe ser siempre combatido, sin vacilaciones de ninguna índole.

Lo otro es que esta conmemoración, aunque ciertamente abarca a la mayoría aplastante de las mujeres del mundo, sea por su condición de trabajadoras asalariadas; su posición de rechazo a toda forma de sumisión social, o bien a la identificación de algunas de ellas –que son poseedoras de buenas condiciones de vida- con la lucha de las demás, no debemos hablar de la mujer indiferenciada, sino de aquélla que lucha por la justicia social en todos los órdenes, junto al hombre y no contra él; contra los opresores sean hombres o mujeres.

Al respecto, creemos oportuno traer a colación estas palabras de Sharon Smith, en su artículo “Marxismo, feminismo y liberación de la mujer”, las que, aunque no se refieren propiamente al evento acusado, tratan, de todos modos, lo relativo a la liberación de la mujer: “Las mujeres de la clase dominante y de la clase media se enfrentan a la opresión, pero eso no significa que podamos confiar en que puedan seguir una estrategia que las lleve a abordar el sufrimiento de la vasta mayoría de las mujeres que están en la clase obrera.”

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